Nadie descorchó champán. No hubo fiesta en el vestuario ni rompieron tarima. Sólo la gratificante sensación del trabajo bien hecho. Misión cumplida y a otra cosa. La plantilla del Real Madrid sabía que se jugaba mucho en el partido de Champions ante el Borussia. No sólo la supervivencia en la competición con mayúsculas por prestigio e ingresos, sino también por escapar de ese humillante suplicio llamado Europa League.
La plantilla del Real Madrid, que se había llevado un saco lleno de críticas (muchas merecidas, otras exageradas), ya hizo autocrítica después de la tercera crisis de la temporada con las derrotas ante Alavés y Shakhtar. La situación en la Liga y en la Champions era límite y venían dos duelos decisivos y complicados: el Pizjuán y el Borussia Moenchangladbach.
Zidane estaba en la picota. Se asomaba al abismo y una debacle en Champions, como habría sido caer por primera vez en la historia en fase de grupos, habría dado con Zizou fuera del Real Madrid y Pochettino a los mandos. Pero la plantilla, que está a muerte con su entrenador, respondió justo a tiempo. Dio su mejor versión tanto en el Pizjuán como ante el Borussia y el escenario de temporada para el Real Madrid ha pasado de pintar negro a casi rosa.
La plantilla pasa factura
Pero los jugadores no olvidan lo que se ha dicho y escrito sobre ellos: «Se han dicho barbaridades de esta plantilla, se ha faltado el respeto a jugadores campeones de todo y nos habéis enterrado demasiado pronto», decía esta mañana uno de los pesos pesados del vestuario del Real Madrid.
«Aquí cada derrota es un fin de ciclo», añadía este jugador que, como diría Luis Aragonés, ya tiene «el culo pelao» de ver crisis y portadas cada vez que el Real Madrid pierde un partido. Hace unos días el ex jugador madridista Jonathan Woodgate lo expresaba gráficamente: «En el Real Madrid perder un partido es como perder una Guerra Mundial».
Tanto los jugadores como Zidane son conscientes de que este Real Madrid echa en falta a algunos de los jugadores que fueron protagonistas en las tres Champions consecutivas, empezando por Cristiano Ronaldo, pero supieron adaptarse después del confinamiento a las nuevas circunstancias. Un Madrid con menos pegada y más blindaje. Y ese espíritu que acabó dándoles una Liga es el que recuperaron en los decisivos partidos ante el Sevilla y el Borussia en Champions.
«Vamos a competir por todo»
«Nadie puede asegurar que ganemos títulos, pero vamos a competir. Puede que no ganemos nada pero vamos a pelear por todo», coinciden en un vestuario que ha recuperado parte de su autoestima, aunque hay un grupo de seis jugadores que parecen desconectados de la dinámica de los otros 17 futbolistas del Real Madrid.
En cuanto al sorteo de la Champions ni tienen preferencia ni se fían de nadie. La plantilla del Real Madrid se siente aliviada por evitar a los mejores equipos de la Champions, pero no se fían ni del Leipzig, ni de la Lazio, ni del Oporto, ni del Atalanta. «En la Champions nadie regala nada y tenemos la experiencia del Shakhtar», aseguran con la lección bien aprendida.
Las renovaciones pendientes
La plantilla del Real Madrid está tranquila con las renovaciones de tres jugadores que, a día de hoy, son importantísimos para Zidane. El primero, el capitán Sergio Ramos, cuyo futuro podría estar resuelto precisamente para las próximas Navidades. Casos algo más complicados son los de Luka Modric, cuya edad hace sembrar muchas dudas en las oficinas del club blanco a pesar de su momento de forma, y Lucas Vázquez, que termina contrato en junio y al que el Real Madrid no ha hecho ni una llamada para renovar. Si queda libre sería una ganga.